
Existe una estrella que guía bajo el gris tenebroso cielo
tatuándome cada surco de mis alas el encanto de la frialdad sensación
bajo el color blanco perdura entre las huellas de mis pisadas
que me guían imperturbables hacia donde diriges tu mirada.
Y mi alma bebe no precisamente sangre que la estación heló
sino de tu savia incandescente que revive cada instante mi ardor.
Y recuerda que cuando un escalofrío recorre todo tu cuerpo
reconquistando cada surco de tu inmortal ser hasta escarchando tu piel,
ensueña despierta, pues bien sabes que yo soy
como un ángel caído quien te cobija con sus alas donde estés.
Y mira en lo alto, como un árbol navideño, la luz de mi cripta,
la centellez de mi más iluminada alma por ti sentida
y como cada escalón sientes llegar a la plenitud concebida
resurgiendo de tu manal, empapado de calma, mi profundere ser levita.
365 días de los segunderos antiguos delatarán la herencia viva
de nuestro absoluto sentir y tan umbilical como primordialmente único.
Que heredarán bajo nuestra inmortalidad los nuevos primigenios del X
y bajo nuestro reinado dominio de la sinrazón, marcarán al unísono
del latir constante bañado de umbilical aliento,
el pilar firme del trono de la gloria de nuestro 7º cielo.
Alzo mis alas bajo el susurro helado del viento, a tu corazón deseando,
que los próximos 365 días de continuo ensueño sigan invocando
la realidad de nostros rezos ensoñados, hiedrados y absolutamente confirmados,
y el eco de mi umbral brinda guturalmente
desde lo infinito que te amo: